Rigo

Tomo su bolsa de café, un libro de Bolaño, un resto de historia, un poco de ausencias y subió a buscar lo que por mucho había deseado, sin premuras ni planes sin embargo, sin querer huir...

El viento elimino sus rizos y entre lágrimas que pretendía ocultar, lo vi partir de él mismo -de su pasado, de su dolor- hacia él…

Solo él sabe hacia donde va –aunque me lo hubiera dicho-... solo él esparce el ácido de sus mal sabores –por qué recuerdos son-... solo él encuentra donde hacer volar la más azul de sus sonrisas mariposas... por qué él decide donde soñar y donde escalar... de donde y cuando partir...

Se lo lleva el viento, no obstante… cual si fuera frágil, cual si fuera de papel...

Yo me filtro por algún espacio, en algún momento, cuando como por hoy me abre la ventana de su corazón...

De puntitas y con mucho cuidado le he dejado polvos de fe, cigarritos de aceptación y dos besos queditos...

Sé que no se perderá, aunque atraviese por duelos y llantos, por sudestada, por ventisca...

Desde acá, desde donde me encuentro... en cada suspiro envío la confirmación de que estoy, aunque hubiere viajes que tenga que hacer solo... aunque hubiere lugares en los que no puedo volar... aunque mi cariño no sirva de mucho…

Y después de mis aterrizadas forzadas -con un leve escalofrío en el pecho-, después de mis intentos de conciliación maternal -por eso de que no puedo evitarle el dolor y las piedras con las que se tropieza-, regreso a mi mundo... sin desesperanza ni obstinación, ni retorcijones en el estómago, solo siento lo que le he dejado al oído: un bien le quiero...

Y desde un espacio en el que en otro ahora no lo veo -porque él así lo decidió-, siento su sonrisa transparente, su olor a mar … sin nada más que decir, sin nada más…

Cariñitos más que enormes hasta donde los vuelos te lleven, hasta donde te dirijas… hasta siempre...

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