Y amanece (a desvelo forzado) mi día en monterrey, me pregunto cuándo dejaré de ser esclava...
Escucho entre demasiados ruidos tu voz y el aroma a café me recuerda lo débil que soy.
Estoy instalada en mi nuevo espacio y pese a ser pequeño lo siento inmenso, además del frío he de soportar la ausencia de mis cielos, ¿terminaré por entregarme a mi y solo a mi?
Enciendo una que otra luz y me descubro evadiendo mis sueños, es verdad, a veces me gusta ver cuando quiero empezar a derrumbarme para agarrar impulso de no se donde y levantarme de nuevo.
Solo es cuestión de fe...
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