Descubro en SMA, lo que encanta a propios y extraños: La Parroquia de San Miguel, con su fachada neogótica y en la cual pase casi una hora contemplando como se trasformaba por el color de fondo, o mejor dicho por el cambio de tonalidades en el cielo.
Por primera vez después de muchos intentos salí de la rutina y afortunadamente llegue hasta aquí, sola, sin más compañía que mis propios pasos.
Fue riquísimo encaminarme como lo había hecho antes: escapándome sin planear y aventurándome a resdescubrime descubriendo, aunque fuere por solo un fin de semana.
Necesitaba respirar otros aires, y que mejor que los balsamos nacionales...
Mi México me espera, para seguir encantándome con muchos encuentros pendientes.
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