Eran como las nueve de la noche. Mis cálculos y pendientes me decían que aún me quedaban como 20 minutos antes de poder marcharme, me altere un poco porque tenía que estar en el bar a las 9:15. Mi estómago empezó a revolotear -así como cuando me dieron mi primer beso-, me dije tranquila, solo es un encuentro.
Me encontraba nerviosa pero feliz.
Salí del hotel y dirigí mis pasos al lugar de la cita. Sobre la acera izquierda distinguí una sombra frente a un teléfono público, pero inmersa en mis pensamientos no preste mucha atención, sin embargo al acercarme momentáneamente me robaron el aliento... electricidad recorrió todo mi cuerpo y sencillamente me capturo con la mirada más tierna y profunda que este corazón ha sentido. Fueron escasos segundos pero sus ojos no se despegaron nunca de los míos y los míos se encontraban hechizados por los suyos. No obstante me salio lo diva, desvíe la mirada y seguí de frente... escuche un, - espera, dime quién eres porque en mis sueños te he visto ángel... me sentí cohibida y no tuve ni alternativa de decidir, avance a paso veloz por no decir que casi corriendo... - hey, ¿cómo te llamas?!!
Llegue al lugar, el cual estaba vacío, solo se encontraban los meseros... uno de ellos pregunto si me encontraba bien. Dije que si, me senté y empecé a ponerme más nerviosa, no puede ser, habrá ya llegado o de plano me convertiré en árbol está noche -por eso de la plantada-, pedí un café y decidí ahora si, tranquilizarme.
Entro y supe que era él, ha cambiado un poco pero sigue teniendo la misma voz, la misma magia, lo reconocí y no pude evitar sonreír, me acerque...
-Hola soy Denia...
Volteó y me saludo efusivamente, me reconoció y se sonrojo -era el mismo, él que me había encontrado minutos antes, sobre la calle-...
- Qué sorpresa tan agradable, acabo de llamar por teléfono y me dijeron que había un mensaje para mi, pensé que no vendrías, que gusto...
- Bueno pues yo también te he visto en sueños -pense-, pero solo dije: aquí estoy ángel...
Lo demás es lo de menos, no se cómo, ni que gente paso, fueron conversaciones pendientes, de vidas anteriores, de encuentros aplazados, de cosas que ya habíamos hablado, de cosas sin hablar, de destellos, pinceladas, dibujos y silencios compartidos... de todo, de nada... risas, llantos, alucinaciones, mi soledad acompañada de su soledad y el corazón abierto. Fuimos uno, sin dejar de ser dos... y así pasaron las horas, sin ver lo que pasaba alrededor, lo viví como parte mía y sin más me sentí parte de sus manos…
A veces regreso al recuerdo de la servilleta escrita, en la que dejamos plasmados nuestros nombres, donde deje escrito mi miedo... para asegurarme que fue real. Como fue, aunque a mi también me suene a sueño.
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